En aquel fragmento nos describe a Gabilondo Soler "en los anos cuarenta, un joven rubio y robusto, con aire de vasco, de pelotari; en los anos ochenta, una especie de viejo lobo de mar, con largas patillas blancas y blando andar
osuno: un abuelo informal y a la vez el intemporal bardo de una pequena, alegre mitologia".